El escándalo de Segalmex, con más de 12 mil millones de pesos desviados, pone en entredicho las promesas de transparencia y combate a la corrupción de la 4T.
En su conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que su gobierno no ha enfrentado “graves casos de corrupción”, con la notable excepción del escandaloso fraude en Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex). Este fraude, que según investigaciones periodísticas asciende a más de 12 mil millones de pesos desviados, ha sido catalogado por el propio presidente como la “única mancha” en su administración. A pesar de la magnitud del caso, López Obrador intentó minimizar su impacto al señalar que su gobierno ha generado ahorros por unos 2 billones de pesos gracias a su lucha contra la corrupción, una cifra que utiliza para destacar que la corrupción no se tolera en su gestión.
El mandatario afirmó que, desde el inicio de su administración, y aún antes de asumir el cargo, su prioridad ha sido desterrar la corrupción, algo que considera el principal problema de México. Sin embargo, el caso Segalmex, bajo la dirección de Ignacio Ovalle, se ha convertido en un ejemplo de cómo, pese a las promesas y discursos, la corrupción sigue infiltrándose en las instituciones.
Organizaciones como Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad han sido particularmente críticas con este escándalo, denominándolo como la “Estafa Maestra de la 4T”, en referencia a un caso similar de desvío de recursos ocurrido en administraciones anteriores. A pesar de los esfuerzos de López Obrador por pintar a su gobierno como un bastión de la honestidad y la transparencia, el caso Segalmex se erige como un recordatorio incómodo de que la impunidad y la corrupción siguen siendo problemas persistentes en México, incluso bajo la autodenominada Cuarta Transformación.
Aunque el presidente afirma que se ha recuperado una cantidad considerable del dinero desviado y que hay detenidos, muchos observadores consideran que la respuesta gubernamental ha sido insuficiente. A medida que se acerca el final de su mandato, este escándalo pone en duda la efectividad de su promesa de limpiar al gobierno “de arriba para abajo”, y deja en el aire preguntas sobre la verdadera dimensión de la corrupción en su administración.