La decisión del presidente de suspender la relación con los diplomáticos de dos de los principales socios de México genera preocupación sobre las posibles repercusiones diplomáticas y económicas. 

El anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador de poner en “pausa” las relaciones con los embajadores de Estados Unidos y Canadá, Ken Salazar y Graeme C. Clark, respectivamente, debido a sus críticas a la reforma judicial en México, es un movimiento que genera preocupación y controversia. AMLO justifica esta decisión alegando la defensa de la soberanía nacional, un principio que, según él, ha sido vulnerado por las opiniones de los diplomáticos sobre temas internos de México. 

Sin embargo, este tipo de acciones pueden ser interpretadas como un intento de silenciar las críticas legítimas y de evitar el escrutinio internacional sobre políticas que afectan no solo a México, sino también a sus relaciones exteriores. Al aislar diplomáticamente a dos de los principales socios comerciales y aliados estratégicos de México, AMLO arriesga no solo la cooperación en temas económicos y de seguridad, sino también la credibilidad del país en la escena internacional. 

La “pausa” en las relaciones con estos embajadores podría tener consecuencias diplomáticas y económicas que aún no se han evaluado completamente. Además, el tono confrontativo de López Obrador podría dificultar futuras negociaciones y colaboración con estos países, que son cruciales para el desarrollo de México. La decisión de AMLO de confrontar a los embajadores en lugar de dialogar refleja un enfoque que podría ser más perjudicial que beneficioso para el país en el largo plazo.