El arresto del líder del grupo de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada, expone la corrupción en el sistema mexicano y anticipa una guerra interna en la organización.
La reciente captura de Ismael “El Mayo” Zambada García, líder del Cartel líder de Sinaloa, ha conmocionado al mundo del narcotráfico. Tras 60 años de carrera criminal, Zambada fue arrestado por el FBI en Santa Teresa, Nuevo México, sin la colaboración del gobierno mexicano, lo que revela un nivel preocupante de corrupción y complicidad. Este golpe inesperado no solo desarticula una de las organizaciones criminales más poderosas, sino que también desnuda la fragilidad y corrupción del sistema político y de seguridad mexicano.
Zambada, conocido por su habilidad para evitar la captura y mantener un perfil bajo, fue traicionado por Joaquín Guzmán López, hijo de su antiguo aliado, “El Chapo” Guzmán. La operación, planificada por el FBI durante más de un año, se llevó a cabo sin alertar a las autoridades mexicanas, quienes han sido acusadas de filtrar información al cartel. Esto pone de manifiesto la profunda infiltración del crimen organizado en todos los niveles del gobierno mexicano, desde la policía local hasta los más altos funcionarios.
La captura de “El Mayo” no solo representa un duro golpe para el Cartel líder de Sinaloa, sino que también podría desencadenar una guerra interna por el control del cartel. Su hijo, Ismael Zambada Sicairos, conocido como “Mayito Flaco”, es visto como su sucesor natural, pero la tensión con los hijos de “El Chapo” podría llevar a una lucha brutal por el poder.
La operación ha sido un éxito para el FBI, que ahora enfrenta la presión de asegurar que Zambada colabore con las autoridades estadounidenses para desmantelar la red de corrupción que ha permitido al Cartel líder de Sinaloa operar con impunidad. Mientras tanto, el silencio del gobierno mexicano ante esta captura solo aumenta las sospechas de complicidad y corrupción en los más altos niveles del poder.