Mercenarios en la CDMX: contratos para terminar con la vida de personas por 500 mil pesos 

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El crimen organizado ha perfeccionado sus operaciones en la CDMX, donde mercenarios pueden ser contratados por tarifas que van desde 5 mil hasta 500 mil pesos. 

En la Ciudad de México, la inseguridad y el crimen organizado han alcanzado un nivel alarmante con la creciente profesionalización de los mercenarios a sueldo. Estos criminales pueden ser contratados por tarifas que van desde 5 mil hasta 500 mil pesos, dependiendo de la víctima. Según “El Comandante”, exagente de investigación, estas operaciones criminales están meticulosamente organizadas con roles específicos para terminar con la vida de las personas, vigilar a la víctima y escapar. Las “Rodadas del Terror” y zonas como Tres Marías son puntos de encuentro y reclutamiento donde los motociclistas se familiarizan con las calles y callejones de la ciudad para evadir a las autoridades. 

El sicariato en el Valle de México opera como una empresa de seguridad. Menores de edad sin experiencia son reclutados debido a su bajo costo. La inseguridad ha incrementado con la llegada de migrantes, quienes son vistos como mano de obra barata para estos crímenes. Los mercenarios son contratados en cárceles o fuera de las coordinaciones territoriales de la fiscalía capitalina, donde un policía de Investigación o un Ministerio Público sirve como contacto para introducirse a este mercado. 

Casos recientes, como la doble muerte intensional de los hermanos Tirado en la colonia Roma y el feminicidio de Abril Pérez, evidencian la contratación de estos criminales. En muchos casos, los mercenarios son menores de edad conscientes de su inimputabilidad por la justicia mexicana. A menudo, estos jóvenes aceptan trabajos de “prueba” para escalar dentro de las estructuras criminales. 

“El Comandante” revela que la falta de registro y control sobre los migrantes también facilita la contratación de mercenarios, quienes pueden cometer delitos y luego desaparecer sin dejar rastro. Esta situación pone en evidencia la gravedad del problema y la necesidad urgente de medidas efectivas para combatir el sicariato y la violencia en la Ciudad de México.