El secretario de Seguridad anuncia un plan para los municipios más violentos, pero la falta de detalles y objetivos concretos genera escepticismo entre la población.
La reciente propuesta del secretario de Seguridad de Nuevo León, Gerardo Escamilla, para reducir los homicidios en los municipios más violentos de la entidad, carece de detalles específicos y metas claras, lo que genera escepticismo sobre su efectividad. La estrategia, que se centrará en la zona norte de Monterrey, Juárez, Guadalupe y García, busca abordar el 23% de los homicidios en el estado, pero Escamilla no reveló plazos ni objetivos concretos para su implementación.
La falta de transparencia y especificidad en el plan es preocupante. En una región azotada por la inseguridad, donde los ciudadanos claman por seguridad y resultados tangibles, las promesas vagas no son suficientes. El comunicado de la Secretaría de Seguridad Pública menciona la “regionalización” del Área Metropolitana y otras zonas, pero no ofrece detalles sobre cómo se lograrán estos compromisos puntuales con cada municipio.
La presencia de altos mandos militares y de seguridad en la reunión, incluidos el General Antonio Melchor y el General Juan José Montiel, sugiere un enfoque robusto, pero la historia ha demostrado que las estrategias sin metas claras y medibles suelen fracasar. La comunidad necesita más que declaraciones generales; requiere acciones específicas, plazos definidos y una rendición de cuentas transparente.
Sin un plan detallado, la estrategia de Escamilla corre el riesgo de ser otra promesa vacía en el largo historial de intentos fallidos por controlar la violencia en Nuevo León. La ciudadanía merece conocer los detalles y resultados de esta estrategia para poder evaluar su verdadero impacto en la seguridad del estado.